martes, 11 de agosto de 2015

Lo que hace un osito de goma

Ya hemos contado varias veces lo difícil que es en esta casa que los chiquitos se tomen los remedios. Pues bien, ahora podemos contar que se terminó la pesadilla (al menos con Jacobo).

Jacobo encadenó la faringitis que le comenzó en Viladrau con una bronquitis acompañada de conjuntivitis, así que entre la cortisona, el antibiótico, el suero y las gotas estábamos todos medio desesperados. El pobre veía la jeringa y comenzaba a llorar y teníamos que forzarlo entre los dos, evitando que cerrara la boca, que escupiera, que cerrara los ojos... En fin, un desastre.

Pero un día se nos ocurrió ofrecerle un osito de goma y, nunca mejor dicho, santo remedio. Muy rápido conseguimos crear la siguiente rutina: cuando llegaba la hora del medicamento le dábamos su osito ("ochito"), él lo tenía en la mano, se recostaba en su sillita favorita, se tomaba el contenido de la jeringa como si nada y al terminar se levantaba aplaudiendo, daba dos giros bailando y se comía su gomita. Absolutamente increíble.


Eso fue en mayo,  y por suerte después de esas dos semanas en las que estuvo tan malito no hemos tenido que volver a darle ningún remedio, pero por si acaso mantenemos una bolsita de ositos en la nevera como si fuera un tesoro.

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